La expedición de Colón: entre mitos, oro y descubrimientos inesperados

La historia de Cristóbal Colón y su expedición hacia el «Nuevo Mundo» está envuelta en mitos, leyendas y hechos curiosos que, con el paso del tiempo, han ido distorsionándose. Colón, a menudo retratado como el descubridor de América, nunca supo que había llegado a un continente desconocido, y muchas de las historias que se cuentan sobre él, como la financiación con las joyas de la reina o el descubrimiento de que la Tierra era redonda, están lejos de la realidad. Esta es la verdadera historia de una expedición que cambió el curso de la humanidad.

El mito de la Tierra plana

Una de las primeras historias que debemos desmentir es la idea de que Cristóbal Colón fue el primero en demostrar que la Tierra era redonda. Desde el siglo VI a.C., filósofos griegos como Pitágoras ya habían propuesto que la Tierra no era plana, y esta idea fue aceptada y desarrollada por científicos romanos y medievales. En la época de Colón, muchos sabios ya sabían que el planeta era esférico. Lo que Colón planteó fue algo diferente: si la Tierra era redonda, ¿por qué no navegar hacia el oeste para llegar al este?

Su plan no era un acto de valentía basado en la ignorancia; era un intento de encontrar una nueva ruta comercial hacia Oriente. En ese momento, el comercio con Asia, particularmente las rutas de especias, estaba bloqueado debido al dominio de los turcos otomanos en Oriente Medio. El viaje de Colón no era una cruzada ni una misión religiosa, sino una expedición puramente comercial.

La financiación del viaje: ¿joyas de la corona?

Otro mito popular es que el viaje de Colón fue financiado por la venta de las joyas de la reina Isabel. La verdad es mucho menos romántica. En 1492, los Reyes Católicos, Isabel de Castilla y Fernando de Aragón, estaban más preocupados por la Reconquista, es decir, la expulsión de los musulmanes de la Península Ibérica. Colón, que llevaba años buscando patrocinio para su aventura, fue rechazado repetidamente por varias cortes, incluyendo la de Portugal y la de Inglaterra.

No fue hasta que la Reconquista terminó, con la toma de Granada en enero de 1492, que Colón tuvo una oportunidad. Con la ayuda de Luis de Santángel, un alto funcionario cercano a la reina, Colón consiguió una audiencia con Isabel. Sin embargo, los Reyes no financiaron el viaje con sus propias arcas. En su lugar, la ciudad de Palos, que tenía una deuda con la corona por actos de contrabando, fue obligada a financiar dos de las tres naves de la expedición, la Pinta y la Niña. La tercera nave, la Santa María, fue comprada por los hermanos Pinzón, quienes se unieron a la aventura. Las famosas «joyas de la corona» nunca estuvieron involucradas.

El inicio de una aventura incierta

El 3 de agosto de 1492, tres carabelas partieron desde el puerto de Palos de la Frontera con destino a lo desconocido. Colón, un navegante experimentado pero no exento de dudas, lideraba una tripulación compuesta en parte por presos a los que se les había ofrecido la libertad a cambio de participar en la expedición. A pesar del entusiasmo inicial, la travesía rápidamente se volvió inquietante. Las semanas pasaban sin rastro de tierra, y el miedo a lo desconocido empezó a apoderarse de la tripulación.

Los marineros creían que, en algún punto, se encontrarían con el fin del mundo, donde caerían al abismo, una idea influenciada por los antiguos mapas medievales que representaban monstruos y bordes donde el océano simplemente terminaba. Para mantener la calma, Colón ofreció una recompensa de 10,000 maravedíes (una considerable suma en aquel entonces) al primer hombre que divisara tierra.

El avistamiento de tierra

Finalmente, la madrugada del 12 de octubre de 1492, Rodrigo de Triana, un marinero a bordo de la Pinta, avistó una franja de tierra en el horizonte. Había visto gaviotas, un indicio claro de que la costa estaba cerca. Sin embargo, cuando informó a Colón, este le negó el premio, alegando que él mismo había visto tierra primero la noche anterior. Rodrigo, frustrado, se sintió traicionado. Más tarde, la leyenda cuenta que, amargado por su experiencia, se convirtió al islam y se mudó al norte de África, aunque este es otro detalle incierto.

Colón y su tripulación habían llegado a una isla en las Bahamas, que los nativos llamaban Guanahaní. Colón, creyendo que había llegado a las Indias Orientales, la rebautizó como San Salvador. Aquí es donde comienza la compleja relación entre los europeos y los pueblos indígenas.

El encuentro con los taínos

Los nativos que recibieron a los europeos eran los taínos, un pueblo pacífico y acogedor. Según los diarios de Colón, los taínos vivían en armonía con la naturaleza y practicaban la poesía en sus festivales llamados areitos. Los taínos, fascinados por los recién llegados, los recibieron con hospitalidad, desconcertados por su vestimenta, armas y costumbres. Sin embargo, la curiosidad inicial de Colón rápidamente se centró en algo más tangible: el oro.

Para los taínos, el oro no tenía el mismo valor que en Europa. Lo usaban como adorno y para fines religiosos, pero no como moneda. Los europeos, por otro lado, vieron en el oro una fuente de riqueza inmensa, y Colón lo mencionó varias veces en su diario, obsesionado con la idea de regresar a España cargado de tesoros.

La traición y la explotación

Aunque en sus escritos Colón elogió a los taínos, describiéndolos como «gente hermosa y de buen carácter», también dejó claro su objetivo principal: convertirlos en esclavos. En una de sus entradas del diario, afirmó que los taínos serían «buenos esclavos» debido a su disposición pacífica.

El contacto entre europeos y nativos pronto se tornó violento. Los españoles comenzaron a explotar a los indígenas, buscando desesperadamente oro y otras riquezas. La sorpresa inicial de los taínos al ver a los europeos se convirtió rápidamente en temor, a medida que los abusos y las masacres aumentaban.

La caída de Colón

Las noticias de los abusos cometidos por Colón y su equipo llegaron eventualmente a la corte española. La Reina Isabel, que había sido informada de la brutalidad con la que se trataba a los nativos, envió al inspector Francisco de Bobadilla para investigar. Bobadilla, al ver el caos en el que Colón había sumido la región, ordenó su arresto y lo envió encadenado de vuelta a España.

A pesar de su encarcelamiento, Colón fue liberado poco después, pero nunca recuperó su prestigio ni su autoridad. Se le prohibió regresar a Santo Domingo en sus viajes posteriores, y sus últimos años fueron marcados por la enfermedad y la pobreza.

Conclusión

Colón murió sin saber que había descubierto un nuevo continente. Fue Américo Vespucio, un explorador posterior, quien se dio cuenta de que las tierras a las que habían llegado los europeos no eran parte de Asia, sino algo completamente nuevo. En su honor, los geógrafos decidieron bautizar el continente como América.

Hoy, en lugar de celebrar el «Día de la Raza», se conmemora el «Día de la Diversidad Cultural», una reflexión sobre el impacto devastador que la colonización tuvo sobre los pueblos indígenas y un homenaje a la pluralidad de culturas que habitan el continente americano. La historia de Colón, llena de mitos y realidades complejas, es solo el comienzo de una historia mucho más grande sobre el encuentro de dos mundos.

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